A veces oímos a personajillos decir en la televisión que para ellos el dinero no es importante… Que con tener sus necesidades cubiertas… Y habría que saber a qué llaman “necesidades”. Y, para cuánta gente sólo serían absolutamente superfluas. Medio mundo cierra sus ojos a la necesidad ajena, mientras llama necesario a lo superfluo. Pero, es que alguien dudaba que el hambre es la mejor salsa del mundo, y ¡perdón por la ironía! Si es que, ¡es la chispa de la vida! Cuando el hambre de otros es la riqueza presente de algunos (las desigualdades y el injusto reparto de la riqueza de nuestro mundo). Otra vez ha aumentado el número de los millonarios y, además, son más ricos que antes. Pasa en todas las crisis.
El momento de Covid-19 ha supuesto un antes y un después en MISIÓN URBANA. La imposibilidad de la presencialidad nos ha impuesto límites infranqueables. No han sido posibles los Campamentos, ni el de niños, ni el de mujeres. Actividades formativas grupales totalmente bloqueadas. El programa de Búsqueda Activa de Empleo, presencial, también está en dificultades para reiniciarse. En las actuales circunstancias sólo podemos llegar al Reparto de Alimentos, siendo conscientes de que todo lo demás no lo podemos atender. Los recursos de las Administraciones Públicas están bajo mínimos, tenemos menos alimentos cuando más falta hace. Pequeñas subvenciones para medidas de acompañamiento han sido suprimidas por la Administración. Otras para integración social, sí siguen, pero en cantidades irrisorias, que no alcanzan ni a cubrir la electricidad y el teléfono. Llegado Septiembre no hemos podido poner en marcha ayudas para Libros de Texto ni para Pobreza Energética, por escasez de recursos económicos.
El pueblo evangélico está viviendo la misma crisis que el resto de nuestro mundo, con ERE’S y con ERTE’S; con ceses de actividad en los autónomos o con pérdida de ingresos. Gracias al Señor, y a la ayuda de muchos hermanos e iglesias, estamos trabajando en lo más acuciante, el reparto de alimentos. No disponemos de tantos como son necesarios, pero estamos seguros que con su ayuda podremos mitigar el sufrimiento de muchas familias. Y en esas estamos, en servir al Señor y a nuestros semejantes con inteligencia. Aquello con lo que el Señor nos distinguió del resto de su creación.
Despertar nuestras conciencias con ironía o con humor, si es preciso, puede estar bien; pero sobre todo con inteligencia. Y ya sabemos cómo nos lo recuerda Proverbios 3:13: Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia; (RV.60).
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[i] Don Quijote de la Mancha, M. de Cervantes (Segunda parte, capítulo V). Traducción al castellano actual de Andrés Trapiello. Ed. Destino. Febr. 2015.