De la Sanidad y las residencias de ancianos… pio, pio que yo no he sido. De la necesidad de poder ir recuperando los puestos de trabajo perdidos, o las pequeñas empresas cerradas… se tiran la piedra y ni siquiera esconden la mano.
La respuesta a quién le importa, no puede ser cerrar el corazón. Dios no lo cerró. Ro. 8:32 nos recuerda a un Dios que no escatimó ni a su propio Hijo. El mismo Hijo que nos enseñó: Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros (Jn. 13:34-35).¡Vaya, nuestra tarjeta de identidad personal!
A nosotros no nos toca juzgar a nadie. El Señor sí nos juzga, el evangelio es claro es ese sentido. En Misión Urbana las cosas no dejan de pasar ni de existir porque no sean noticia. Estamos acostumbrados a no ser noticia. Pero queremos seguir estando presentes en las vidas de todos aquellos que nos necesitan para que conozcan que somos discípulos suyos, y para eso también necesitamos que nos acompañes. Muchas gracias por las oraciones, por los voluntarios y por vuestras aportaciones.